Pues así es, amigos. Tres semanas es lo que me ha durado el reto del azúcar...
La semana pasada empecé bien, pero llegó el fin de semana, el viernes barbacoa con la familia. Y ahí estaba yo ¿ese chorizo criollo tendrá azúcar? ¿Esa carne macerada la habrán comprado ya hecha y llevará azúcar? ¿El aliño de esos pinchitos qué lleva exactamente? ¿Postre? ¡No!
En fin, que lo que debió ser una noche entretenida y familiar se convirtió en un suplicio, llegó el sábado y más salidas familiares ¿De verdad que no vas a tomar ningún helado? ¿Ni siquiera una granizada? ¡Pero tómate algo mujer!
Y seguimos... El domingo, arroz con la familia de mi marido... ¿no quieres un tinto de verano? ¿Un café? Arrimate y toma un dulcecito con el café mujer, que por uno...
Y dije ¡basta! A la mierda el azúcar, o más bien, a la mierda el reto. ¿Qué queréis que os diga? Estaba hasta las narices de amargarme a mi misma un fin de semana que tendría que haber sido agradable...
Así que pasé de todo, comí lo que me dio la gana y el lunes... el lunes seguí comiendo mal... Siempre me pasa, una vez que rompo la dieta me cuesta volver al redil, hago un "de perdidos al rio" y tardo unos días en volver a tomar el control. En ese punto estoy ahora.
En cuanto al peso... me he quedado como estaba, al menos no he engordado, si vuelvo a tomar el control esta semana espero volver a traer buenas noticias la semana que viene.
En cuanto al azúcar, he aprendido un montón en estas semanas, sobre todo en cuanto a azúcar oculto se refiere, en mi día a día seguiré sin tomar azúcar (o tomando la menos posible) pero en las reuniones y en ocasiones seguiré tomando, igual que si se me antoja un caprichito, que por ejemplo, mis tortitas d maiz o mis yogures de la pastelera me quitan esa sensación de estar castigada, qué leches, estoy a dieta, quiero comer mejor y más sano, quiero perder peso, pero no quiero estar amargada ni ser incapaz de disfrutar una reunión... Sí, soy débil... ¿qué le voy a hacer?